A pesar que ya existe una costumbre comercial posicionada al vender o comprar un inmueble, donde existe una promesa de compraventa respaldada por el código civil y de comercio, donde existen notarías y una oficina de registro para respaldar la legalidad del trámite, donde existen bancos que por medio de créditos o cheques de gerencia respaldan los pagos, los propietarios de vivienda y compradores no se sienten tranquilos al realizar una transacción de vivienda.
Por una parte, el comprador teme que el inmueble no termine siendo de su propiedad después de realizar la transacción. Muchos fraudes o ideas de posibles fraudes causan este temor, entre ellas está la posibilidad que el vendedor no sea quién es (a pesar que ya existen mecanismos como la identificación biométrica de la huella), que el vendedor ya haya vendido el inmueble (a pesar que la oficina de registro bloquea el folio de matrícula inmobiliaria durante una transacción), o a veces se debe a un simple desconocimiento de las garantías que hay para este tipo de negocios.
Por otra parte, el vendedor teme firmar las escrituras antes de recibir el desembolso. A pesar que detrás de todas estas transacciones están los bancos y fiduciarias más reconocidas, el temor de un nuevo mecanismo de fraude al desembolso siempre está latente.
Este miedo de lado y lado hace que muchas transacciones no se terminen dando o al menos que la experiencia de tener apartamento propio no sea lo que siempre soñamos.
Para este tipo de problemas existen los procesos digitales. La transacción respaldada por un registro digital (blockchain) en la notaría y la oficina de registro da mucha más confianza que cualquier proceso físico, así sea con una fiduciaria o un banco o notaría de confianza.
Mientras el gobierno impulsa este tipo de proyectos que va en contra de muchos intereses del sistema actual, Inmobo llega a posicionar su marca como comprador y vendedor institucional, en el cual los propietarios de vivienda e inversionistas pueden confiar.
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